Hoy cerramos el curso académico, despedimos a nuestros alumnos y cerramos las aulas. El final de curso es intenso, las limitaciones y defectos han aflorado, todos estamos cansados y la presión es grande. Queremos cumplir los objetivos que nos hemos marcado y dar lo mejor de nosotros. Pero ¿qué es realmente lo mejor? ¿Cómo es un buen profesor?
En muchas ocasiones la respuesta es: “ejemplar”. Y al escuchar esta respuesta me planteo: ¿y qué pasa cuando uno no es ejemplar? Porque los profesores también somos personas. Hombres y mujeres que en ocasiones llegamos tarde a clase, y en otras el cansancio nos impide mirar el corazón de los alumnos que reclama nuestra atención.
Lo que tenemos claro, es que, a pesar de estas limitaciones e imperfecciones, es posible educar. Por tanto, no es el ejemplo la principal característica de un buen profesor.
Los grandes profesores mueven el corazón de sus alumnos, pero no con el ejemplo, sino con la propuesta que les plantean: primero de conocimiento, y después de vida. Una propuesta de vida que les resulta atractiva por su autenticidad. Pero el principal motivo por el que los alumnos perdonan las limitaciones de sus profesores, es porque se sienten queridos.
Volviendo a la pregunta inicial: ¿Cómo es un buen profesor? Un buen profesor es aquel que ama a sus alumnos y busca siempre su mayor bien.
Cerramos las aulas, cerramos el curso y nos vamos a descansar. Para preparar la cabeza y el corazón para todo lo que de nosotros demanden el próximo curso y las siguientes generaciones. ¡Feliz verano!
Raül Adames – Director de la Escuela Abat Oliba Loreto.