Cada año sucede lo mismo, el principio es difícil, parece que no será posible. Primero la elección de la obra, después el reparto de personajes… alegrías, decepciones, emociones a flor de piel. Pero profesores y alumnos se esfuerzan, se divierten, crecen ante cada reto, todos se implican en el desarrollo de un proyecto que culmina en la representación, donde todos ellos viven el reconocimiento del trabajo realizado y la satisfacción del éxito compartido. ¡Todo el esfuerzo ha merecido la pena!
El teatro es una de las formas artísticas más antiguas que conoce el hombre. Desde tiempo inmemorial, hombres de todos los lugares y condiciones sociales han utilizado el teatro para expresar la complejidad humana, para reír y llorar, para admirar y sorprenderse, para aprender e imaginar. Es una fuente de entretenimiento capaz de unificar culturas y gentes.
Pero es mucho más que eso. El teatro, como todas las manifestaciones del arte, nos da la oportunidad de educar, es capaz de hacernos pensar frente al mundo y reflexionar sobre nosotros mismos. Es un espacio de diálogo que nos obliga a ponernos en la piel del otro. Es, por tanto, lugar de conocimiento y crecimiento colectivo.
El teatro nos ayuda a despertar la sensibilidad, la apreciación artística y a mejorar la expresión, contribuyendo a desarrollar al espíritu creativo y social de todo individuo.
Al representar una obra, el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje, pone en práctica sus habilidades personales, que se refuerzan con el trabajo en grupo, un verdadero trabajo cooperativo donde el esfuerzo de cada uno es el de todos.
Decía Federico García Lorca que un pueblo que no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo.
Nuestro colegio está vivo, y bien vivo, porque, cada año, dedicamos nuestra emoción y nuestro esfuerzo al desarrollo de esta actividad. Creemos firmemente que el teatro es una herramienta con un alto valor educativo.
Independientemente del resultado, o de que las obras que se representan sean más espectaculares o más sencillas, más divertidas o más serias, sabemos que todas colaboran al crecimiento de los alumnos.
En unas trabajamos más el diálogo y la memoria, en otras intentamos comprender la realidad a través del cuento, adquirir el gusto por la literatura y el lenguaje de los clásicos, o apreciar la escenografía, la estética o el valor comunicativo de la música.
En cualquier caso, siempre buscamos desarrollar aspectos que van más allá de lo puramente escénico. El teatro nos ayuda a comunicarnos mejor, a perder el miedo, a vencer la timidez.
Durante los ensayos, los alumnos no solo han tenido que aprender a modular la voz, controlar sus gestos o expresarse en público. Han aprendido también a trabajar juntos, a ejercitar la paciencia esperando su turno, a fijar la atención, a trabajar con constancia e incluso a poner en práctica virtudes que en la actualidad no parecen estar muy valoradas, como la humildad, la generosidad, no todos pueden tener el mejor papel, o la obediencia.
Estos y tantos otros aspectos que, en ocasiones, al contemplar una obra de teatro se nos escapan.
Aunque la representación sea sencilla ayuda a los alumnos a comprender realidades que la sola actividad académica no llegaría a abarcar. Por eso, desde el colegio seguiremos trabajando para que cada año se vuelva a levantar el telón.
Pilar Moreno- Directora Académica de Educación Infantil y de Primaria- Colegio Abat Oliba Loreto.