El apego ¿Cómo establecer un vínculo seguro con nuestro hijo? – Apasionados por la educación

El vínculo es la necesidad que tenemos todos nosotros.
De establecer lazos afectivos con las personas cercanas, con las personas que son significativas para nosotros.

Y, si pensamos en nuestros hijos, las personas más significativas para ellos somos nosotros, sus padres, su padre y su madre.

El vínculo seguro es aquel que consigue revestir al hijo de la confianza y seguridad necesaria para poder aventurarse en los desafíos que tiene El Mundo.

Para establecer un vínculo seguro con nuestros hijos, es decir, para poder brindarles toda esta confianza y seguridad que les permita ir a aventurarse a los desafíos de la vida, 
– que no serán los mismos en un niño pequeño que en un hijo que está estudiando primaria, que en una adolescente o que no universitario-  ¿Cuáles son los ingredientes? Hay muchos, pero yo me atrevo a concretar 3.

El primero de todos es la esperanza, la esperanza no es, no es nada más que la espera de que va a suceder el bien, de qué va a suceder lo bueno. Es decir, yo tengo que tener la esperanza de poder conquistar, si no lo he hecho ya, un lazo afectivo seguro con mi hijo y mi hijo conmigo.

Y de ahí viene el segundo ingrediente, que es la confianza:  tengo que poder confiar en mí, que soy esta madre con mis torpezas, con mis límites y también con mis potencias. Yo tengo que confiar en que voy a ser capaz de establecer el escenario para poder generar un lazo afectivo seguro con mi hijo. Pero no sólo tengo que confiar en mí, sino también debo confiar en mi hijo, en mi hija, en que ellos también van a encontrar la manera, junto conmigo, de establecer ese lazo afectivo que les va a favorecer en su maduración.

El tercero es tiempo. Necesitamos tiempo. El tiempo es oro y cuando yo dedico tiempo a la escucha activa de mi hijo, le estoy afirmando, le estoy reconociendo. Por lo tanto el tiempo le va a permitir a mi hijo mostrar ese momento de vulnerabilidad, de necesidad…

Si nos paramos a pensar ahora en en etapas evolutivas y permitirme coger el marco de la escuela.

Sí, yo estoy pensando en cómo establecer un lazo afectivo seguro con mi hijo de infantil, permitirme un ejemplo muy sencillo:
Primer día de clase, nuestro pequeño viene después de todo el verano con nosotros o de las vacaciones de Navidad, después de un período en casa y en familia.
Y se le presenta el desafío de entrar en relación con compañeros de entrar en relación con otras figuras de autoridad con otros sabores, otra dieta, otros horarios, otras rutinas.
Cabe la posibilidad de que por muy avventuroso que sea, nuestro hijo tenga una cierta inseguridad, un cierta desazón.
¿Cómo consigo establecer un lazo afectivo con él?¿Cómo le revisto de seguridad y confianza?
Primero le ayudó a identificar: te veo un poquito preocupado, quizás tienes un pequeño susto o tienes muchas ganas de empezar, pero un cierto nervio. ¡Ya verás! Es algo muy bonito que tú puedes vivir, porque te está avisando de que te acercas a una aventura.
Y ya verás cómo te vas a encontrar con tus amigos del curso pasado. Yo he podido conocer a la profesora, se llama Estrella y es muy bonita, te va a cuidar porque va a conocerte…y yo poquito a poco, identifico en mi hijo ese nervio, esa angustia: le consolamos, se la aprobamos. Está bien sentirse nervioso, está bien sentirse inseguro y yo te anticipo que tú vas a ser capaz de desenvolverte en este primer día de cole. Y también le anticipamos cuando va a encontrarse con el descanso:  vendré a buscarte a las 16:30 h iremos en coche, tendremos una merienda …

En primaria: yo no sé si alguno de vosotros tiene un hijo futbolero. Antes del partido llega el momento en el que hay que elegir al equipo y hay dos capitanes y resulta que al tuyo no le han elegido de los primeros, y llega a casa con con este desafío que le ha llevado a la frustración, al enfado o incluso la decepción. «Mamá es que es mi amigo y no me ha elegido» 
¿Cómo yo puedo establecer un lazo afectivo que de nuevo revista a mi hijo de seguridad y confianza? de nuevo acogiendo
No le digo: ¡ay, pues muy mal, no deberías sentirte decepcionado por tu amigo! Uno no elige la emoción que siente. Yo como como figura adulta y significativa lo acojo, le entiendo. Y después de regularle puedo preguntar: ¿y tú?
¿Qué se te ocurre que puedes hacer la próxima vez para no vivir este disgusto?
Quizás es mejorar al fútbol para que te escojan de los primeros. O a lo mejor es anticipar que cabe la posibilidad de que te escojan de los últimos y no por ello ser menos divertido el partido, o tú menos bueno.

Por último, se me ocurre poner un ejemplo en la adolescencia. Es importante recordarnos que nuestros hijos adolescentes son criaturas extraordinarias.
De manera que esta criatura extraordinaria también vive sus desafíos. Y es importante cuando hablamos del adolescente y de un lazo afectivo, poder revisar cómo vivimos en casa el fracaso.
¿El fracaso de mi hijo lo vivo con culpa?
¿O le hago sentir culpa? ¿Lo vivo con vergüenza, o le hago sentir vergüenza?
Nuestro hijo viene con esta vulnerabilidad, que es la experiencia de un fracaso, y lo que necesita por nuestra parte no es una humillación, sino una acogida y un revestirlo de nuevo de confianza y seguridad. De manera que yo puedo hacer una relectura del fracaso: como una oportunidad. Es decir yo le puedo ayudar a descubrir que este desafío, si lo vive con esperanza, cabe la posibilidad de que le ayude a madurar y a llegar a ser esa persona que está por descubrir o llamado a cristalizar.

Quizás alguno de nosotros podamos echarnos la culpa de no haber conquistado todavía un lazo afectivo seguro con cada uno de nuestros hijos. Pero ojo, porque la culpa paraliza.

Lo que sí es cierto es que. Nosotros somos responsables de por lo menos generar todo ese espacio de confianza para que ese lazo afectivo pueda darse con nuestros hijos y nos lo podamos regalar el uno al otro.