En nuestro colegio se ha apostado por la asignatura de Educación Visual y Plástica, en la que ponemos en práctica una metodología que consideramos enormemente enriquecedora para nuestros alumnos. El modelo que seguimos se podría resumir con estas palabras que subrayan el principal objetivo de la asignatura: “Aprender a mirar a través de la Historia del Arte”. Aquí quedan trazadas las líneas fundamentales de nuestra metodología: la aproximación a las obras maestras de la Historia del Arte en relación con su periodo histórico, estudiado paralelamente en la asignatura de Ciencias Sociales, y su consiguiente copia, como medio para potenciar la capacidad de observación del alumno y para ejercitar la técnica del dibujo.
Dicho de otra manera, nuestros alumnos aprenden a reconocer las principales manifestaciones artísticas de cada época, al mismo tiempo que los procesos históricos, las preocupaciones de cada sociedad, sus ideales más profundos, se hacen más comprensibles para ellos cuando contemplan sus respectivas creaciones pictóricas, escultóricas y arquitectónicas.
Pero, ¿Cómo se concretan estas ideas en la clase de Educación Visual y Plástica? Comenzamos exponiendo la imagen de la obra que vamos a trabajar. En un diálogo interactivo con los alumnos, el profesor les hace caer en la cuenta de los distintos aspectos a considerar en la obra, relacionándola con el periodo histórico que se esté estudiando en Ciencias Sociales en ese momento. Pongamos por ejemplo que están estudiando el Paleolítico; los alumnos tendrán que dibujar en Educación Visual y Plástica el Caballo de Lascaux, como ejemplo significativo de la pintura rupestre de la escuela franco-cantábrica. Ellos mismos serán capaces de relacionar sus conocimientos de la Prehistoria con la obra que tienen delante, elaborando hipótesis más o menos acertadas sobre la finalidad que pudo tener aquella pintura, las intenciones que llevaron a los hombres del Paleolítico a estampar en la pared de una cueva, poniendo en ello toda su habilidad y técnica, una figura tan imponente.
En esta fase del trabajo, los alumnos van conociendo las inquietudes que han formado parte de la vida de los hombres a lo largo de toda la Historia, lo que hay de universal y lo que pertenece específicamente a cada pueblo. Aquello a lo que una civilización ha dedicado sus mayores esfuerzos es indicativo seguramente de lo que había en sus corazones. ¿Puede hablarnos una pirámide egipcia, una catedral gótica o un rascacielos actual de las prioridades de los hombres que los hicieron construir?
A partir del diálogo conducido por el profesor, se profundiza en las características técnicas de la obra, para ponerse acto seguido manos a la obra en el dibujo de su propia lámina, copiando el original. En este trabajo se exige seguir una serie de pautas que son también educativas: el alumno debe buscar la belleza en su composición; para ello, se necesita encajar la figura en el espacio, trazar ejes que sirvan como puntos de referencia, medir proporciones, en definitiva, adaptar la figura original a la lámina. Es un reto que no resulta sencillo para todos pero que, seguido con fidelidad, les permite alcanzar pequeños logros de los que ellos mismos acaban sorprendiéndose. En gran medida, el resultado final depende de la capacidad de observación que hayan puesto en juego a la hora de copiar el modelo.
Sobra decir que no se pretende que todos consigan reproducir el modelo a la perfección, sino que, siguiendo los pasos correctamente, sean capaces de hacerlo lo mejor posible según las capacidades de cada uno. En esta época en la que a todos nos cuesta tanto focalizar la atención, no solo a nuestros alumnos, debido seguramente a la intensidad y cantidad de los estímulos que estamos acostumbrados a recibir y al ritmo de vida que llevamos, este trabajo de observación minuciosa, copia y autocorrección, guiado por el profesor, se muestra sumamente útil para que aprendan a observar, no ya una obra de arte determinada, sino el conjunto de la realidad que nos rodea. Además, es una oportunidad para desarrollar su sensibilidad hacia la belleza y su aprecio del arte en todas sus manifestaciones.
Dependiendo de la dificultad de la lámina, se dedican dos o tres clases a su elaboración y se evalúan. Algunas son expuestas en clase o en los pasillos del colegio, de manera que el resultado pueda ser reconocido por los compañeros y los profesores de otras asignaturas y de esta manera el alumno obtenga una gratificación extra por su trabajo. Esto resulta especialmente pedagógico cuando un alumno poco brillante en otras materias muestra una capacidad extraordinaria para el dibujo, cosa que sucede de vez en cuando, y puede encontrar en esta área un refuerzo a su autoestima y un campo en el que expresarse y desarrollar su creatividad.
Esto nos lleva al último aspecto que nos gustaría considerar: en la asignatura no sólo se copian modelos existentes, sino que además se proponen trabajos de creatividad más abiertos, relacionados con el temario. Por ejemplo, en relación con la pintura neolítica, una pintura eminentemente narrativa, se propone a los alumnos elaborar una ilustración de un cuento, pero cumpliendo la condición de imitar el estilo levantino. O bien se les pide diseñar la escena bíblica del sacrificio de Isaac, siguiendo la iconografía propia de los bajorrelieves mesopotámicos. Trabajos, en fin, que permiten desarrollar su creatividad y demostrar hasta qué punto han asimilado los conceptos más importantes de la etapa que están estudiando. Es una metodología interdisciplinar que entra en contacto no sólo con las Ciencias Sociales sino también con la Literatura y otras ciencias.
Por todos estos motivos, la asignatura de Educación Visual y Plástica es un proyecto interesantísimo en el que seguiremos trabajando con ilusión, seguros de ampliar con ella los horizontes de nuestros alumnos y de poner un granito de arena en su formación humana.
Balbina García de Polavieja Cárdenas, Profesora de Historia de ESO- Colegio Abat Oliba Loreto