Es tiempo de educar, una vez más, un curso más, y aún en este contexto en el que la situación dificulta nuestra labor, hoy más que nunca: es tiempo de educar. En estas circunstancias de pandemia tenemos que ir a la raíz de las cosas, centrarnos en lo esencial y lo más esencial de la educación católica es transmitir esperanza.
Es tiempo de “normalizar” la situación, sin dejar de lado la importancia del cumplimiento de las medidas sanitarias, es hora de dar un paso adelante y no dejarnos secuestrar por las circunstancias.
Necesitamos aprender a convivir durante el tiempo que sea necesario con esta nueva realidad, pero lo que verdaderamente necesitamos es recuperar las conversaciones educativas en la sobremesa (pese al escaso tiempo del que disponemos para hacerla), volver a hablar de proyectos educativos, de cómo mejorar las asignaturas, cómo ayudar a las familias y especialmente a nuestros alumnos…
Ya han pasado tres semanas desde el inicio del curso, el tiempo que indican los expertos que es necesario para adquirir un hábito, las normas están asimiladas, los protocolos asumidos y preparados…. Sin ánimo de parecer un inconsciente os propongo que pasemos al punto siguiente y recuperemos las riendas de nuestra vocación, siempre teniendo en cuenta que al final de la jornada, de lo que se nos va a examinar es del amor. Del amor que hemos puesto en nuestras responsabilidades, que para nosotros; los profesores y maestros, ahora son: la mascarilla, el gel, la ventilación, pero sobre todo la formación y educación de nuestros alumnos. Pasadas estas circunstancias y mirando atrás desearía que cuando “nos examinen”, no nos digan que este ha sido un curso secuestrado por el COVID, sino un curso en el que a pesar del COVID, seguimos fieles a nuestra vocación de docentes y que incluso en estas circunstancias, hemos aprovechado este tiempo como una oportunidad educativa.
Recordad que nuestro modo de vivir la pandemia será tiempo que también nos va a construir como personas, sabiendo que nuestros alumnos e hijos, nos mirarán y se preguntarán: “¿por qué en este tiempo tan difícil siguen contentos? ¿Qué les permite seguir dando clase con pasión, por qué siguen tan felices? La respuesta está en la Esperanza de la que que os hablaba al principio…